Por: Padre Luis Rosario, Coordinador de la Pastoral Juvenil.
Los tatuajes están de moda y provocan un hechizo muy especial sobre adolescentes y jóvenes, hasta mirarlos como señal de modernidad y una forma de “estar en la cosa”.
Es un fenómeno que merece que le prestemos atención y que reflexionemos un poco sobre él, desnudándonos de cualquier actitud de rechazo acrítico o anatema.
¿Cuales factores pueden influir en que adolescentes, jóvenes y hasta personas adultas se hagan tatuajes?
Un elemento que influye mucho es la moda y el deseo de seguir la corriente como señal de modernidad. El tatuaje para muchos significa estar “alante, alante”. Algo parecido sucede con otras modas, que tal vez afectan menos a la persona.
A la moda se puede añadir también la falta de orientación apropiada, junto a un mal encauzado afán de protesta contra la propia familia, la sociedad, en fin, contra el sistema de cosas que le toca vivir a la juventud.
Este deseo de protesta que se expresa en los tatuajes va unido a una inexperiencia y desorientación sobre el sentido de la vida. Es una forma de desubicación en el mundo.
Esta desubicación va de la mano con la falta de valores e ideales que en todos los tiempos han vivido los seres humanos, pero que en la actualidad se expresa en forma patológica masiva.
Ese deseo de protesta que se expresa en los tatuajes, puede estar también enraizado en la carencia de una familia que le brinde amor y acogida a la persona, en la cual se dialoga y se buscan alternativas razonables a los problemas.
Quien se hace tatuajes desconoce también la trascendencia que, a nivel de salud y de imagen personal, tiene esa práctica. Frecuentemente se la asocia al consumo de drogas y conducta de grupos en situación de riesgo.
En el fondo hay también un prurito de adopción de culturas foráneas, las más de las veces alienantes, que se justifican, atribuyendo al que no las sigue, la aureola de “conservador”, “totao” “no está en ná”, “atrasao”.
En relación a la pregunta que algunos se hacen de si es pecado hacerse tatuajes, debemos decir que es curioso que ya en el libro del Levítico había una indicación explícita a evitar esa práctica.
En el capítulo 19, versículo 28 de ese libro de la Biblia se dice textualmente: “No se hagan heridas en el cuerpo por causa de los muertos, ni tatuajes en la piel.”
En el Nuevo Testamento se ratifica la dignidad del cuerpo, calificándolo como templo del Espíritu Santo, lo que implica un trato respetuoso del mismo.
¿Es pecado, sí o no?
Más que un pecado, los tatuajes representan una falta de criterio en relación al respeto que debemos tener hacia el cuerpo, al que hay que cuidar y mantener en la forma más aceptable, para tener una salud de la mejor calidad.
¿Qué se puede recomendar a quienes pretenden hacerse tatuajes?
Ante todo que lo piensen mucho antes de hacerlo, para evitar sumarse a quienes tiene como filosofía de vida el refrán: “A dónde va Vicente? A donde va la gente.”
Es bueno recomendarles también que se dejen orientar por algún profesional de la conducta y por un médico, que les faciliten visualizar las consecuencias que en el futuro tiene esta práctica a nivel de salud y de imagen.
Que eviten alocarse con prácticas del montón, muy atractivas a primera vista, pero de consecuencias negativas en el futuro
Fuente www.Imagenesdominicanas.com
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