Al dejar en manos de la justicia la solución de la litis sobre la propiedad real de las tierras turísticas de Pedernales, el Gobierno ha puesto en el congelador la iniciativa que parecía más promisoria y segura para el definitivo despegue del desarrollo del Suroeste.
La justicia, de hecho, ha mantenido en una especie de limbo ese affaire durante 16 años y no se ha pronunciado todavía sobre el meollo de la cuestión: de si los títulos son legales o no.
Este estado de limbo, a su vez, ha dilatado durante todo ese tiempo toda acción destinada a explotar turísticamente esas tierras, ya que ningún inversionista se atrevería a emprender proyectos de envergadura si predomina una duda jurídica sobre la validez de esos títulos.
La fórmula que había explorado el Gobierno en cierta medida reivindicaba su alegato de propiedad, remendando el desliz en que incurrió con el decreto 273-01.
Con ese decreto de expropiación, el gobierno del presidente Hipólito Mejía dio a entender que el Estado no era el auténtico propietario, ya que si lo fuese no era necesario pagar a otros por esos terrenos.
En el acuerdo transaccional, que ahora ha sido echado de lado, el Gobierno y los portadores de los derechos de propiedad aceptaban dividirse el valor de los terrenos en 55 y 45 por ciento, respectivamente, lo cual parecía ser la vía más expedita y pragmática para resolver algo que la justicia, al momento, no ha podido o no ha sido capaz.
Ahora el Gobierno no puede presionar a la justicia para que acelere la solución. Pero tampoco podría cuestionarla si eventualmente los tribunales no pudieran anular los actuales títulos, independientemente de si fueron adquiridos o no de manera fraudulenta.
Si esto ocurriese ñy ojalá que no ocurrieseñ automáticamente el Estado dejaría de tener capacidad o entusiasmo para emprender las obras de desarrollo turístico de Pedernales, a que lo obliga la ley 266-04, porque no tendría ningún tipo de dominio o propiedad de tal patrimonio.
Lo lamentable de todo es que, nuevamente, y talvez para muchos años más, el Suroeste se quedará en el andén, como Penélope, esperando el próximo tren que lo lleve al destino anhelado para su bienestar.
www.realidadesdepedernales.com. Fuente: listindiario.com.do
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