Periodista
Cándida Figuereo----
Por ser diferentes no dejan de ser humanos con todo lo que implica esa
envoltura en cada criatura nacida para un propósito de bien, aunque se tuerzan
en el camino. Pregúntele a cada madre cuál es el mejor hijo y todas dirán en
coro: ¡EL MÍO!!!!!.
Cada hombre (varón-hembra) resume en su esencia la enseñanza, cuido y amor
brindados por sus padres, fruto de una titánica tarea que se inicia cuando
nacen los chiquillos y concluye cuando los progenitores se ausentan de este
mundo cuando llega su día.
Razones diversas-marginales a las
enseñanzas de los padres- pueden dar lugar a cambios en los hijos que no
escapan al conocimiento de papá y mamá. Otras veces es tan oculto que los
“viejos” no se enteran pese a que la voz pópuli
los sella con los apelativos de cundango, gay, homosexual, mariquita…
Una metamorfosis de esa naturaleza crea dificultades en países donde enseñaron
que el varón se une a la hembra, no una fusión de igual a igual. ¿Qué hacer? Los
principios marcarán la diferencia, pese a que las liberalidades de estos tiempos autorizan al
casamiento entre iguales en Holanda, Bélgica,
España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia,-Argentina, Dinamarca
(los luteranos), Uruguay, Nueva Zelanda, En capital estadounidense y a sus
territorios Massachusetts, Connecticut,
Iowa, Vermont, New Hampshire, Nueva York, Maryland y Maine, pero prohibido en
más de 30 de sus demarcaciones.
Levítico 18:22 dice al respecto de esta conducta lo siguiente: "No te
echarás con varón como con mujer; es abominación".
Toca a los padres-los primeros maestros-seguir trazando el camino con más
fe. Estas uniones son tan antigua como la vida misma, salvo que ahora se
formalizan de manera legal.
Lo anterior no reniega la cualidad y calidad de una persona porque sea
diferente, y menos pretender tratarla
como a un parásito y mancillarla. Como seres humanos a diario cometemos
errores y no tememos calidad para juzgar,
pero podemos arrepentirnos y ser mejores.
Guardo un grato recuerdo de un colega periodista con el que tuve el
privilegio de trabajar en uno de los periódicos donde pasé casi la mitad de mi
vida. Se decía que él era gay, pese a
que no hacía exhibicionismo ni alarde de esas maneras.
Nunca le presté importancia a esos decires sobre su persona. Lo que
recuerdo de él es que era un excelente escritor y un gran hijo. Esto último me
quedó colgado en el corazón pese a que han pasado muchos años de su
fallecimiento.
Y no lo he olvidado nunca porque fue una acción vivencial: Una mañana
ese compañero de faena se presentó a la redacción con su anciana
madre y la llevó a saludar a los periodistas uno por uno. !!Cómo quería a su
vieja!! Había que ver eso. Estaba orgulloso, súper orgulloso de ella. Por eso
nunca lo he olvidado.
Nadie es tan grande para temerle ni
tan pequeño para ignorarle. Las heridas
son más fáciles de curar con amor que con a patadas. Un país depende de cada
uno de sus ciudadanos y cada quien es responsable de que tengamos hombres diferentes, dignos.
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