Ser un padre de familia tiene una connotación muy importante
porque este progenitor se convierte en un “dador” de vida, lo que
intrínsecamente encierra la jerarquía de la responsabilidad de echar adelante a
los hijos que se propuso traer al mundo queriendo o sin querer.
Y esas personitas pequeñas y adorables van creciendo y
creciendo como un símil de nuestra existencia en sentido físico y también,
muchas veces, en sentido moral. Se les ama y mima, al tiempo que les moldeamos
conforme a lo que pretendemos que sean en su presente y porvenir.
Tener hijos es una responsabilidad tan sagrada como la vida
misma. Usted decide si al asumir esa
responsabilidad echa todo por la borda o se engrandece guiando a su prole por
el camino de la responsabilidad, la humildad y el indispensable valor agregado
de la formación en la escuela hasta que éste decida a que se dedicará para
abrirse en su adultez.
Se trata de una responsabilidad del padre y de la madre, a
pesar de que ésta lleva la carga más pesada al llevar en su vientre a esta
criatura hasta su nacimiento y continuar de un modo u otro a su lado hasta el
resto de sus días, porque aún en la
adultez la madre siempre estará a su lado aunque sea a través de la oración
cuando el hijo se marcha del hogar.
Sin embargo, como todo en la vida, hay padres que son buenos
y otros que son mejores. Estos últimos tratan de estar al tanto de todos los
movimientos de sus chiquillos a saber: si comen o no, si van a la escuela, si hizo la tarea, le pregunta
al profesor o profesora como marchan sus hijos en las clases, chequean sus
tareas, observan cuáles son sus amigos y, en fin, una retahíla de detalles.
También están los
padres y madres que les da un bledo lo que hagan o no los hijos. Peor aún se
los llevan a las abuelas para que los cuide o los críe, mientras ellos se
dedican al placer etílico u otras diversiones “o compromisos”. No faltan los
que llevan a sus hijos a esas bebentinas para que se hagan “hombres y mujeres”.
Es frecuente que las mamás lleven solas esa pesada carga,
trabajando y cuidando sus muchachos. Abundan las que aún con la ausencia
material y personal del “papá” logran hacer de sus hijos excelentes seres
humanos con dignidad y buena formación.
No muy atrás en el tiempo, una encuesta realizada por la
Oficina Nacional de Estadística (ONE) refiere
que el 50% de los hogares están dirigidos por mujeres solteras. Es
probable que esto haya ido en aumento.
El hecho de que esa situación precitada se de en estos lares
y en otros muchos países no debe ser, jamás, un consuelo.
No siempre abunda un Facundo Cabral, quien a los 9 años de edad escapó de su hogar interesado
en llegar hasta Buenos Aires para
conocer al presidente de ese momento, Juan Domingo Perón, porque se decía que
ese estadista daba trabajo a los pobres.
Al llegar a la capital de Argentina, Buenos Aires, a
requerimiento del entonces niño Facundo Cabral un vendedor de feria le dio al
menor la dirección de la Casa Rosada y le dijo que “Es muy difícil que te
atienda porque los presidentes suelen ser gente ocupada; pero leí en el diario
que mañana 19 de noviembre va a ir a La Plata porque es el aniversario de la
ciudad. Ándate ahí", Según datos de
es.wikipedia.org.
Así facundo fue al lugar indicado y logró burlar el cerco
policial en torno al mandatario y su esposa Eva Duarte. “Cuando un policía lo
agarró para retirarlo, el presidente, que estaba saludando hacia ese lado, le
dijo al policía: -"Déjelo venir"-, e hizo parar su auto descapotable
que tenía un estribo al que Facundo se subió de inmediato y conversó con ambos.
-¿Quería decirme algo?-, le habría preguntado el presidente. -Sí, ¿hay
trabajo?-, respondió Facundo.
Ya adulto Facundo Cabral, conforme a la referencia precitada,
“confesó que Eva Perón, en ese momento diría la primera "frase ética"
que él escucharía en su vida, y que lo acompañaría por siempre: "Por fin,
alguien que pide trabajo y no limosna". Gracias a esta conversación, logró
que su madre obtuviera empleo y el resto de la familia se trasladara a la
ciudad de Tandil.”.
Este ilustre
argentino, Facundo Cabral, asesinado a
la edad de 74 años en Guatemala el 9 de
Julio de 2011, dejó con esa acción en su niñez una impronta que todo ser humano
debe recordar, no pedir limosna.
Algunos se abrazan del pretexto que lleva por nombre “padre
de familia” para mendigar, con lo que disminuyen su valía. Busque trabajo, y si
no lo encuentras invéntese uno probo y no se manche con lo que le parece más
fácil. Un verdadero padre de familia siempre encuentra alternativas sin
necesidad de enlodarse, sino fajado trabajando como el mejor entre los mejores.
04-03-2016