Periodista Cándida
Figuereo Figueroa--
Los ciudadanos de la
República Dominicana tienen que empoderarse y recordar que el país es de todos,
no solo de fulano o mengano, sino de
cada uno de los que nacieron en algún lugar de
los 48 mil kilómetros cuadrados de territorio que aún tiene un montón de
buenos pobladores.
Es hora de dejar de
quejarse tanto y trabajar con mayor ahínco
en cada escenario donde estemos ubicados. Es preciso dejar atrás al
pesimismo, porque con actitudes negativas no se llega a ningún lado.
No se puede pretender
que una o dos personas lo hagan todo. No, no y no. De lo bueno que ocurre todos
nos vanagloriamos. De lo malo nos escabullimos. Así no se vale.
No hay nada más
parecido a un gobierno que un hogar. Es preciso que en el domicilio prevalezcan
las notaciones de cómo nos enrumbamos la pareja y la prole que conforma el
núcleo familiar.
Desde pequeña escuchaba
en el entorno que “la cosa está mala”.
De adulta sigo escuchando lo mismo a pesar de que hay más disponibilidad
para salir adelante si se acoge al más común de los sentidos.
Como no se logra nada
es quejándose día y noche de que la cosa está mala. Pero ese o esa que dicen
que la cosa está mala no dejan de beber los fines de semana y cuando les viene
en ganas.
Y es que abundan
quienes desean lo fácil. Sin dar un golpe. No faltan los que prefieren asaltar
y robar a los buenos hombres y mujeres
que se levantan temprano a fajarse en pequeños o grandes negocios para conseguir con el sudor de su frente lo
que necesitan.
Abundan los
fulleros dando al traste con la vida de
personas valerosas, desestabilizando hogares de gente dedicada a diferentes
quehaceres y las asesinan para quitarle lo ganado.
Esas alimañas
desestabilizadoras de hogares y provocadoras de muertes se merecen algo más
fuerte que el mismo infierno. ¿Cómo es usted y como ha criado a su prole? A
veces usted cría bien a sus muchachos, pero la junta perversa puede dañarlos si
usted no está pendiente.
No faltan los y las que
salen a escondidas de algunas escuelas o
colegios y cuando el padre o a madre pasa a recogerlos están como santitos que
no rompen un plato, pese a que estaban fuera del plantel. Hay planteles públicos y/o privados que no cogen corte y no
dejan salir al alumno sin una autorización del padre o la madre. ¡Bien por
estos planteles!
Hay que cuidar la
familia (integrada por el padre, la madre y los hijos; o simplemente por la madre y los hijos o al revés) si se
desea un producto humano de calidad. Esto precisa supervisión constante.
Otra cosa, no aplauda
que su hijo (a) que no trabaja llegue
con dinero u otras “dádivas que usted no sabe de dónde proceden. Tampoco
permita que fulano o mengano le de dinero sin ser cata ni garrapata. Así
envuelven a muchos jóvenes que se convierten en viciosos.
Tome el control de sus
hijos y cerciórese de que el dinero que consigue es fruto de una labor sana y,
por igual, de quienes son sus amistades. No olvides que podemos estar juntos,
pero no reburujados. Deje atrás el
pesimismo y empodérese de las acciones que les permitan salir adelante.
Se precisa dejar atrás
el pesimismo sin olvidar que el país no es responsabilidad una sola persona,
sino de todos. Velar por éste terruño
para que la prole siga esa premisa de una nación querida que nos debe llenar de
orgullo y donde se pongan los puntos sobre las íes contra los inescrupulosos.
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